1972-1973: El Retorno.
Noviembre de 1972 recordaba octubre de 1945, claro que el itinerario de decenas de miles de peronistas no tenía el objetivo de llegar a Plaza de Mayo sino al Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Por supuesto que ni siquiera el día de su inauguración la terminal aérea se vio «custodiada» por 35.000 efectivos de las Fuerzas Armadas, apoyadas por divisiones blindadas y de artillería. ¿El objetivo?. Evitar que a las 11:15 horas del 17 de noviembre de 1972, 17 años y 52 días después de haber abandonado el país tras el golpe de 1955, Juan Domingo Perón, transportado por un DC 8 de «Alitalia», denominado «Giuseppe Verdi», y rodeado por 154 representantes conspicuos de la política, las artes, las ciencias, el deporte y todas las disciplinas del quehacer nacional, pisara su tierra natal, y fuera recibido por 200.000 ó 300. 000 peronistas. En cambio, la pertinaz llovizna de aquel día vio a 300 personas y a unos 1.500 representantes de la prensa argentina y extranjera perfectamente registrados.
La fiesta popular se vivió, en los días sucesivos, en la vieja casona de la calle Gaspar Campos. Hasta allí llegaron los hombres y mujeres de un país convulsionado por la violencia que ya había cobrado victimas. También antiguos adversarios, entre los que se destacaba el líder radical Ricardo Balbín, su antiguo oponente en la elección de 1951, que consagrara a Perón por segunda vez Presidente constitucional de los argentinos.
Perón regresó con un claro mensaje de paz, sintetizado en su frase «para un argentino no hay nada mejor que otro argentino», que reemplazaba la del periodo 1946-55, donde la cualidad de «argentino» se sustituía por la categoría de «peronista». El régimen tenía la última carta en la manga: proscribía al propio Perón como candidato presidencial -o a cualquier cargo electivo- en los comicios anunciados para el 1 1 de marzo de 1973. Perón cerró el acuerdo con las fuerzas políticas («La hora del pueblo») para asegurar la gobernabilidad de la Argentina futura y retornó a España.
Héctor J. Cámpora, fiel a Perón desde los inicios del Movimiento, y su representante personal, tomó sobre sus espaldas la pesada tarea de reemplazar al irremplazable general para la contienda comicial de marzo. Como siempre, hasta entonces, el peronismo reventó las urnas. Cámpora y Solano Lima asumieron el 25 de mayo de 1973, en un clima denso de sucesos que, lejos de los anhelos de paz de Perón, no se podían sustraer de la violencia que había impregnado la vida argentina desde 1955, a favor de las proscripciones y el desconocimiento de la voluntad popular. En ese marco se planteó el retorno definitivo del ya anciano líder para el 20 de junio. Héctor J. Cámpora y Vicente Solano Lima viajaron para acompañar su regreso. Pero la violencia frustró lo que debería ser el tan ansiado reencuentro del Pueblo con su Conductor -el reencuentro frustrado aquel 17 de noviembre en Ezeiza- cuando la mayor concentración popular de que se tenga memoria en el país se vio envuelta en un infernal tiroteo entre presuntos «defensores» del palco levantado a corta distancia del Aeropuerto Internacional y quienes, también presuntamente, se estaban ubicando «pacíficamente» en sus proximidades. Perón debía, otra vez, tomar el control directo de la investidura presidencial. Así lo comprendieron todos tras el luto y el llanto del 20 de junio trágico.
1973 . 1975: La tercera presidencia peronista
Maria Estela Martínez de Perón, la tercera esposa del Líder lo acompañó en la fórmula presidencial para resolver la sucesión constitucional de los renunciantes Héctor J. Cámpora -el hombre fiel a Perón bajo todas las circunstancias- y el conservador popular Vicente Solano Lima. Ambos renunciaron el 13 de julio, casi un mes después de los sangrientos episodios del 20 de junio, en el frustrado retorno definitivo de Perón a la Patria.
Perón fue nuevamente plebiscitado, el 23 de setiembre de 1973, paradójicamente, se impuso a su antiguo contenedor de 1951 -ahora devenido en el mejor aliado del Conductor Ricardo Balbín, por el mismo porcentaje de votos, el 62%, aunque los sufragios radicales estuvieron en algo más del 24%, por debajo del 32% de 1951.
Pero el tercer mandato constitucional de Perón seria el más breve de todos, no alcanzó a completar nueve meses en el cargo, y tal vez, el más agitado. Juró el 12 de octubre, como lo hicieron todos los presidentes constitucionales hasta 1930, incluido el propio Hipólito Yrigoyen. Posiblemente, una forma de recobrar la vida constitucional continuada que se extendió casi desde 1853 -en verdad desde 1862 hasta 1928.
A sólo tres días del acto eleccionario cae asesinado José Rucci, Secretario General de la CGT. y hombre de una lealtad probada hacia el líder. Desde allí arrancaría una larga serie de crímenes y asaltos a cuarteles militares que jaquearían permanentemente a Perón y sus propósitos de pacificación nacional.
El 1 de mayo de 1974, abriendo el 99 periodo de sesiones del Parlamento Nacional presentó su «Modelo Argentino» y anunció la creación del «Consejo para el Proyecto Nacional». Su compromiso permanente con la Nación que alegró su mañana se vio empañado la tarde de ese mismo día cuando columnas de jóvenes disconformes con su planteo de avanzar lenta pero seguramente hacia la concordia de los argentinos -"todo en su medida y armoniosamente", repetía a menudo, por aquellos días, el General -luego de increparlo con sus consignas abandonaron la Plaza de Mayo, donde se celebraba el tradicional festejo peronista por el Día del Trabajo.
Perón había sofrenado la inflación en lo interno, y en su política exterior había, prácticamente, quebrado el bloqueo a Cuba, vendiendo vehículos y repuestos a pesar de la oposición yanqui a negociar con la isla del Caribe. Era una doble afirmación de la soberanía nacional: la exportación que abría nuevos mercados a nuestra industria y la soberana acción del país en su política exterior no sujeto a decisión de un tercer Estado, por más poderoso que fuera. Alguna vez el propio Fidel Castro se lo hizo notar a algunos «jefes» del orquestado retiro de la Plaza de Mayo.
Pero la salud del General, sometido a tan duro trabajo a los 79 años, se deterioraba rápidamente. El 12 de junio, luego de pensar en su renuncia, se comunicó, por última vez con su pueblo, reunido masivamente en la histórica Plaza para manifestarle su total apoyo. Como aquel 17 de octubre legendario, cuando pidió a los trabajadores que se quedaran quince minutos más en la Plaza para contemplar a su pueblo reunido, en esta ocasión, recogió, para llevar en su oídos, «la más maravillosa música: la voz del pueblo argentino». Esa voz, musical, acompañó su último suspiro terrenal un luctuoso 1 de julio de 1974.
La fiesta popular se vivió, en los días sucesivos, en la vieja casona de la calle Gaspar Campos. Hasta allí llegaron los hombres y mujeres de un país convulsionado por la violencia que ya había cobrado victimas. También antiguos adversarios, entre los que se destacaba el líder radical Ricardo Balbín, su antiguo oponente en la elección de 1951, que consagrara a Perón por segunda vez Presidente constitucional de los argentinos.
Perón regresó con un claro mensaje de paz, sintetizado en su frase «para un argentino no hay nada mejor que otro argentino», que reemplazaba la del periodo 1946-55, donde la cualidad de «argentino» se sustituía por la categoría de «peronista». El régimen tenía la última carta en la manga: proscribía al propio Perón como candidato presidencial -o a cualquier cargo electivo- en los comicios anunciados para el 1 1 de marzo de 1973. Perón cerró el acuerdo con las fuerzas políticas («La hora del pueblo») para asegurar la gobernabilidad de la Argentina futura y retornó a España.
Héctor J. Cámpora, fiel a Perón desde los inicios del Movimiento, y su representante personal, tomó sobre sus espaldas la pesada tarea de reemplazar al irremplazable general para la contienda comicial de marzo. Como siempre, hasta entonces, el peronismo reventó las urnas. Cámpora y Solano Lima asumieron el 25 de mayo de 1973, en un clima denso de sucesos que, lejos de los anhelos de paz de Perón, no se podían sustraer de la violencia que había impregnado la vida argentina desde 1955, a favor de las proscripciones y el desconocimiento de la voluntad popular. En ese marco se planteó el retorno definitivo del ya anciano líder para el 20 de junio. Héctor J. Cámpora y Vicente Solano Lima viajaron para acompañar su regreso. Pero la violencia frustró lo que debería ser el tan ansiado reencuentro del Pueblo con su Conductor -el reencuentro frustrado aquel 17 de noviembre en Ezeiza- cuando la mayor concentración popular de que se tenga memoria en el país se vio envuelta en un infernal tiroteo entre presuntos «defensores» del palco levantado a corta distancia del Aeropuerto Internacional y quienes, también presuntamente, se estaban ubicando «pacíficamente» en sus proximidades. Perón debía, otra vez, tomar el control directo de la investidura presidencial. Así lo comprendieron todos tras el luto y el llanto del 20 de junio trágico.
1973 . 1975: La tercera presidencia peronista
Maria Estela Martínez de Perón, la tercera esposa del Líder lo acompañó en la fórmula presidencial para resolver la sucesión constitucional de los renunciantes Héctor J. Cámpora -el hombre fiel a Perón bajo todas las circunstancias- y el conservador popular Vicente Solano Lima. Ambos renunciaron el 13 de julio, casi un mes después de los sangrientos episodios del 20 de junio, en el frustrado retorno definitivo de Perón a la Patria.
Perón fue nuevamente plebiscitado, el 23 de setiembre de 1973, paradójicamente, se impuso a su antiguo contenedor de 1951 -ahora devenido en el mejor aliado del Conductor Ricardo Balbín, por el mismo porcentaje de votos, el 62%, aunque los sufragios radicales estuvieron en algo más del 24%, por debajo del 32% de 1951.
Pero el tercer mandato constitucional de Perón seria el más breve de todos, no alcanzó a completar nueve meses en el cargo, y tal vez, el más agitado. Juró el 12 de octubre, como lo hicieron todos los presidentes constitucionales hasta 1930, incluido el propio Hipólito Yrigoyen. Posiblemente, una forma de recobrar la vida constitucional continuada que se extendió casi desde 1853 -en verdad desde 1862 hasta 1928.
A sólo tres días del acto eleccionario cae asesinado José Rucci, Secretario General de la CGT. y hombre de una lealtad probada hacia el líder. Desde allí arrancaría una larga serie de crímenes y asaltos a cuarteles militares que jaquearían permanentemente a Perón y sus propósitos de pacificación nacional.
El 1 de mayo de 1974, abriendo el 99 periodo de sesiones del Parlamento Nacional presentó su «Modelo Argentino» y anunció la creación del «Consejo para el Proyecto Nacional». Su compromiso permanente con la Nación que alegró su mañana se vio empañado la tarde de ese mismo día cuando columnas de jóvenes disconformes con su planteo de avanzar lenta pero seguramente hacia la concordia de los argentinos -"todo en su medida y armoniosamente", repetía a menudo, por aquellos días, el General -luego de increparlo con sus consignas abandonaron la Plaza de Mayo, donde se celebraba el tradicional festejo peronista por el Día del Trabajo.
Perón había sofrenado la inflación en lo interno, y en su política exterior había, prácticamente, quebrado el bloqueo a Cuba, vendiendo vehículos y repuestos a pesar de la oposición yanqui a negociar con la isla del Caribe. Era una doble afirmación de la soberanía nacional: la exportación que abría nuevos mercados a nuestra industria y la soberana acción del país en su política exterior no sujeto a decisión de un tercer Estado, por más poderoso que fuera. Alguna vez el propio Fidel Castro se lo hizo notar a algunos «jefes» del orquestado retiro de la Plaza de Mayo.
Pero la salud del General, sometido a tan duro trabajo a los 79 años, se deterioraba rápidamente. El 12 de junio, luego de pensar en su renuncia, se comunicó, por última vez con su pueblo, reunido masivamente en la histórica Plaza para manifestarle su total apoyo. Como aquel 17 de octubre legendario, cuando pidió a los trabajadores que se quedaran quince minutos más en la Plaza para contemplar a su pueblo reunido, en esta ocasión, recogió, para llevar en su oídos, «la más maravillosa música: la voz del pueblo argentino». Esa voz, musical, acompañó su último suspiro terrenal un luctuoso 1 de julio de 1974.
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